martes, 17 de septiembre de 2013

La inseguridad y un debate a las entrañas de la identidad kirchnerista


El título denota y da por sentado que estos diez años de gobierno kirchnerista han sido testigos y  entores de la creación de una identidad ideológica. Podemos discutir cual es el porcentaje de voluntades que aglutina dicha identidad. Particularmente creo que oscila en un 30%, y conforma eso que algunos llaman “kirchnerismo duro” o el “núcleo del kirchnerismo”. Las últimas elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias le propiciaron un duro golpe al gobierno (valdría enfriar el análisis y ver si en números la derrota fue tan significativa como para calificarla de “duro golpe”, pero teniendo en cuenta que en provincias claves el resultado fue malo y todo el andamiaje mediático que está puesto a disposición de algunos candidatos opositores, usaremos esa adjetivación para referirnos al resultado de las P.A.S.O) y la derrota en provincia de Buenos Aires, hizo mover las fichas del tablero al oficialismo.

Suba del mínimo no imponible a ganancias, duplicación del tope máximo de facturación en todas las categorías del monotributo, etc. Medidas que no considero tengan tanto de electoralistas, teniendo en cuenta que son coherentes con la política de movilidad social ascendente que el gobierno implementa desde su génesis. Ahora bien, hay un tema que preocupa más. Tema predilecto en las agendas opositoras, y por supuesto en el seno de la sociedad. Estoy hablando de la inseguridad. El tema deja mucha tela para cortar realmente, pero a su vez plantea algo sumamente interesante por la manera en que volvió a tomar estado público, de la mano del mismo gobierno, que resolvió hablar del tema. Algunos paladines de la seguridad remarcarán esto de “hablar del tema”, ya que siempre nos hicieron creer de eso en la Rosada no se hablaba. El problema no es que hable o no hable del tema, el problema es como. Y el como, nos lleva a un debate interno dentro del espacio kirchnerista que intentaré desglosar de la manera mas clara, coherente y militante posible. Si, dije militante, porque es lo que soy. Un militante político.

Soy un militante que se enamoró políticamente de Néstor Kirchner y que admira profundamente a Cristina Fernández de Kirchner, pero por sobre todas las cosas, que adoptó una identidad gestada desde el mismísimo momento en que el ex presidente nos decía que era parte de una generación diezmada y que no iba a dejar sus convicciones en la puerta de entrada de la Casa Rosada. Y en referencia a la seguridad, y en lo que le compete al rol Estado frente al tema, recuerdo siempre una expresión de Néstor, diciendo que el no venía a cagar a palos a nadie, que la protesta social no sería reprimida, y que rechazaba las políticas de mano dura (y recordemos que tuvo que sobrellevar las multitudinarias convocatorias por el caso Axel Blumberg a penas iniciado su gobierno). Traigamos al recuerdo (el ejercicio de la memoria jamás está de mas en los tiempos que corren) también el asesinato de Mariano Ferreyra y la angustia que le provocó a Kirchner, quien falleciera a los pocos días. Menciono esto porque justamente es parte de la identidad y del ideario colectivo que representa el kirchnerismo. Es ocuparse de la seguridad por fuera de las recomendaciones derechosas de mano dura. Y es lo que no se ve reflejado cuando se habla de baja en la edad de la imputabilidad, o cuando se nombra secretario de seguridad en la provincia de Buenos Aires a un tipo que se vanagloria de andar calzado y se lamenta de no haber podido bajar a un chorro. Eso, permítanme la opinión, no es kirchnerismo. Algún minimizador de debates estructurales me dirá: pero ¿Cómo que no es kirchnerismo, si está seguramente abalado por Cristina? Y bueno, también el peronismo a mi entender es mas que el mismo Perón.

Casi olvido hablar del envío de gendarmes a los supuestos focos de inseguridad. No tengo una opinión negativa al respecto, pero a su vez reflexiono con las palabras de Camilo Blajaquis. (César González) un talentoso poeta y ahora cineasta de la villa “Carlos Gardel” que nos da una clase de humanismo y realidad, al decir que la presencia de los gendarmes, entrando imponentes en las villas, no les generan miedo a aquellos que delinquen, también lo hacen con su mamá, con su tía, con su abuela. Que la solución no es tanto que entren los gendarmes a la villa, sino que también lo hagan los trabajadores sociales.

Que se implemente fuertemente una política de inclusión y de contención. Que todo el ideario progresista que conforma al kircherismo se brinde al debate, que no se deje llevar por la vorágine electoral que puede terminar traicionando su identidad es una de las cuestiones centrales para determinar cual va a ser la dirección del movimiento. Ahora bien, la decisión de la presidenta de trasladar la secretaría de Cultura a la villa 21 es sumamente positiva y es parte genuina de la identidad kirchnerista. Por eso creo que aún hay una pared a la izquierda del kirchnerismo y eso resulta esperanzador para después de Octubre. Sabemos bien que en frente hay políticos que piensan la seguridad como una mera cámara de monitoreo y que tiene amigos como Eduardo “pro mano dura” Duhalde, o Aldo “golpista” Rico. Por eso es que para poder dar un debate serio en materia de seguridad, el mismo debe ser abordado con suma responsabilidad dentro del mismo espacio kirchnerista, y no dejarse manejar la agenda, ni aun en post de un resultado electoral. Al kirchnerismo no lo va a juzgar una elección legislativa. Lo va a juzgar la historia. Su continuidad en el tiempo solo está atada al 27 de Octubre en tanto aniversario de la muerte de Néstor Kirchner y reivindicación de su legado.





Gonzalo Peralta.

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