Entre tanto candidato, tantos “spots” risueño de
campaña, tanto pliegue y reparto de boletas, decidí cambiarla de frente y hacer
un reconocimiento a la música. En realidad la mención es para un género y un
músico en particular: el rock nacional, y Charly García.
Hablar de rock nacional e historia resulta apasionante
e interesante. Muchos de nuestros grandes exponentes nos ilustran momentos de
nuestro país y el mundo con sus letras. Y si hay un tipo en el que confluyen
virtudes tales como talento musical, ingenio, compromiso, valentía, carisma,
delirio surrealista (y tantas otras mas) ese es Charly García. Vemos un primer
García, en Sui Generis, mas abocado a letras de fogón, como el clásico “Rasguña
las piedras”, o esas que enamoraban a las chicas de los 70, los 80, los 90 y
cuesta un poquito mas ahora, como “Confesiones de invierno”. Encontramos
algunas más “comprometidas” como “botas locas”, pero es mas un tema que pregona
el “amor y paz” y ese boom hippón propio de jóvenes artistas de esos años
convulsionados.
Donde consideramos que García se mete de lleno en el
barro de la historia es durante los años de dictadura, cuando forma una de las más
grandes bandas del rock nacional, la cuarta de Charly, Serú Girán. La banda era
integrada por García, junto a otros grandes de nuestro rock como el “ruso”
David Lebón (ex Pescado Rabioso), Oscar Moro (integrante de una de las bandas
fundacionales, Los Gatos) y un joven Pedro Aznar.
Las letras compuestas por Charly para Serú ya pasan a
tener un compromiso con su tiempo mucho mas grande y jugado que en Sui Generis,
y hace malabares plagados de metáforas (que no lo fueron tanto, la verdad que
los encargados de la censura eran bastante toscos) para evitar la censura del
proceso. En el primer disco no evidenciamos ese tipo de letras, sino que más
bien son temas del tenor de “Seminare” los que lo caracterizan, gastando los
últimos resquicios Sui Géneris que quedaban en el joven artista. “La grasa de
las capitales”, álbum hecho en 1979 nos regala letras como la que bautiza el
disco donde critica la frivolidad de un mundo que ya estaba empezando a ser
dominado por el individualismo que confronta con los ideales de una juventud,
que equivocada o no, creía en un “todo” y llevaba sus ideales de punta de
lanza. Ironiza al comienzo “Que importan ya tus ideales, que importa tu canción?”,
donde parece estar pidiendo compromiso en las letras de quienes tienen tantos
seguidores jóvenes detrás y es un anuncio (tal como lo fue la dictadura) de la
mediocridad farandulezca que dominó al país en los años venideros, en especial
en los 90. En ese disco aparece “Paranoia y soledad”, ¿acaso un reflejo del
miedo de época? “Y esta oscuridad esta noche de perros” arranca diciendo “Noche
de perros”, en momentos donde sobraban las operativos “desaparecedores” en
medio de la oscuridad de la nocturnidad.
Otro gran disco es “Bicicleta” de 1980.
Encontramos en el la nostalgia de una generación, que para esa época había sido
arrasada, físicamente algunos y básicamente en los sueños de otros tantos.
Charly lo exterioriza en “A los jóvenes de ayer” con pasajes memorables como “A simple vista puedes ver como borrachos en
la esquina de algún tango a los jóvenes de ayer” y “míralos,
míralos, están tramando algo, pícaros, pícaros, quizás pretenden el poder”.
Pero es sin dudas con “Alicia en el país” y “Encuentro con el diablo” donde García
hace la apuesta mas jugada. Momentos como “un río de cabezas aplastadas por
el mismo pie” en “Alicia en el país” generan escalofríos aún hoy; o las alegorías
que evitan la censura tales como “ya no hay morsas (Onganía), ni
tortugas (Illia)”; o la parte que al escucharla también vuelve a provocarme escalofríos “enciende los
candiles que los brujos piensan en volver” haciendo alusión a López Rega, y
vaya si estos brujos volvieron y fueron hasta peor que el ex secretario de
Perón. En “Encuentro con el diablo” Charly nos cuenta (la letra es de su
autoría y de David Lebón) sus sensaciones al entrevistarse con el ministro del
interior de Videla, Harguindeguy, apodado en secreto “el diablo”. El motivo de
la entrevista era de consulta sobre como
ve Charly la realidad del país: “yo solo soy un pedazo de tierra, no se
confunda señor por favor”. Roberto Viola, por entonces presidente de facto,
pretendía distanciarse de la política represiva de Videla y Massera, y para
ello apela a la influencia que tenía el rock en un amplio sector medio de la
sociedad y en los jóvenes, y convoca a Charly a dicho encuentro.
En el disco “Peperina” vemos a un Charly que
hasta se anima a polemizar en materia económica, y realiza su descargo musical
hacia la política de apertura de mercado que empieza a implementar el ministro
Martínez de Hoz. Es allí donde conocemos a “José mercado” el que compra todo
importado, aquel licenciado en economía pasa la vida comprando
porquería. Quisiera dejar atrás esta banda memorable de nuestro Rock solo
manifestando mi profundo pesar al ver el disco que editan en 1992, lo cual no
opaca lo grandilocuente y lo relevante que es para nuestra historia Serú Girán,
nombre devenido de un idioma ideado en la inmensa imaginación y el genial mundo
loco que es la cabeza de García.
Su compromiso no muere en Serú, como solista
grabó discos épicos. Me gustaría no extenderme demasiado y rescatar la emoción
que provoca escuchar “Los dinosaurios” en “Clips modernos” (1984) y lo jugado
que fue al componer “No bombardeen Buenos Aires”, en el disco “Yendo de la cama al living”
(1982). Los dinosaurios habla de las desapariciones, y carga contra los
militares, a quien trata de, justamente, dinosaurios. Además nos lleva
directamente a Rodolfo Walsh, quien en su memorable Carta abierta a la Junta Militar daba cuenta de
los terribles “vuelos de la muerte”: Veinticinco cuerpos mutilados afloraron entre
marzo y octubre de 1976 en las costas uruguayas. Por eso cuando Charly dice que “los que están
en los diarios pueden desaparecer” y “los que están en el aire, pueden
desaparecer en el aire” nos lleva directamente a la imagen del comprometido
y desaparecido periodista.
Sin dudas Charly García es de los más grandes exponentes de
nuestro rock nacional, junto a tantos otros como Luis Alberto Spinetta,
Tanguito, Litto Nebbia, Javier Martínez, David Lebón y que corto me estoy
quedando. Pero con García tenemos una cuenta pendiente como sociedad, como
sucede con los grandes. Su legado trasciende lo musical, y es crédito infinito
que tiene para hacer sus locuras. Porque los genios están un poco locos. Pero
este genio loco se la jugó de verdad en una época fulera. La historia debe
reconocérselo. Las fuentes están, señora historia vaya y consulte. O si no
simplemente revise los zapatos, y hasta algún jeans de García, porque este si
que metió los pies hasta el fondo en el barro de nuestra historia.
GONZA
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